Damos por sentado que el abandono es propio de un ser insensible y sin escrúpulos. Damos por sentado que un humano que es capaz de abandonar a un animal carece de corazón, y que pasará por esta vida sin más pena ni gloria, sin ser un a persona absolutamente feliz. Hasta hay ocasiones donde el abandono, junto con el maltrato del animal hace que nos de una vergüenza total y absoluta de ser humanos.
Pero cuando además se abandona a una perra preñada la persona pasa a un estatus superior. Es un estatus deplorable, deleznable. Es un acto que ya de por sí debería conllevar penas de prisión, y a ser posible cumplidas en su totalidad. Pero España es diferente. Una perra abandonada, sus cachorros abandonados, sus cachorros muertos y la pobre perra enferma, y el desgraciado del, por llamarlo de alguna forma, ex-dueño, en la calle. Esto es España señores! Esta es la España en al que según dice el gobierno, ya no se maltratan galgos. Sr. Zapatero, Sr. líder del partido X, Y ó Z, me dá igual porque son todos iguales, se llevarán a su pobre tumba todo el daño y el dolor que consienten bajo sus legislaturas, a pesar de la quejas, denuncias y reclamos de los animalistas, de aquellos que dedican su tiempo a salvar vidas.
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