Una moda muy habitual entre los galgueros es la de entrenar al animal mediante vehículos a motor. Una atrocidad que tiene muchas víctimas, aunque después se deshagan de los cuerpos sin dejar rastro.
Uno de los casos más frecuentes: abandono del animal, sin chip, sin escrúpulos... El resultado, más o menos dias de sufrimiento que terminan con la muerte del animal. SIN PALABRAS.
El abandono, como práctica, implica dejar el animal a su suerte. Días y días de penurias pueden terminar con una muerte lenta y dolorosa. Apropello, palizas, golpes, acciones del hombre y permitidas por la ley...
Un paisaje muy habitual en nuestra España: el galgo abandonado, el galgo deambulando, el galgo muerto. Gracias a la legislación vigente, gracias a la clase dirigente, gracias a los galgueros, en España hay muerte, sufrimiento, y agonia a raudales. Gracias. Gracias...
Para muchos de los que no mueren en silencio, o en la calle, lo hacen en una perrera. Un lugar especilizado en exterminar galgos. 15 días, más, o menos, necesitan para morir. Crónica de una muerte anunciada.
El 16 de abril una familia de Villarejos recoge a una galga color canela, que tenía el cuello y el cuerpo rodeado con un lazo hecho con cuerda, cable de la luz y cable de espinas, produciéndole terribles heridas en las zonas que le rodeaba. Débil, hambrienta y con abundantes zonas en la zona de las orejas, al día siguiente es trasladada por miembros del Seprona a la clínica veterinaria de la sociedad protectora de animales El Arca de Noé de Albacete.
