Los defensores británicos de los derechos de los animales se manifiestan estos días para exigir la prohibición de la tradicional caza de la liebre con galgos, cuyo campeonato más conocido, la Copa Waterloo, empezó ayer en Altcar, en Lancashire, Inglaterra. Esta competición se celebra desde 1836, año en el que William Lynne, propietario de un hotel local, organizó la primera edición para potenciar el turismo en la zona y llenar su establecimiento. Lynne es conocido también por ser el padre del Grand National, la famosa carrera de caballos.
En la Copa Waterloo los mejores galgos, enfrentados por parejas, persiguen liebres vivas y se las disputan a golpe de mordisco hasta que uno de ellos se hace con la pieza. Según los ecologistas, una de cada cuatro presas muere en el trance. Los organizadores del evento afirman que sólo cae una de cada nueve.
Los ecologistas aparecieron por Altcar a partir de los años 70. Su número creció y tuvieron lugar algunos enfrentamientos violentos con los defensores de la competición. Para evitarlos, desde hace varios años la Policía hace acto de presencia en la zona.
Esta semana los ecologistas no han faltado a la cita anual. La organización más activa es FAACE, siglas inglesas de Lucha Contra la Crueldad con los Animales en Europa. Su presidente, Tony Moore, considera que "este deporte debería estar en el cubo de la basura de la historia desde hace años".
Para Moore, lo peor de todo el asunto son las apuestas. En su opinión, "es obsceno que se juegue dinero con la vida de un animal". Los seguidores del evento aducen que sirve para probar a los perros y controlar la población de liebres de la zona. Sin embargo, los ecologistas han demostrado que las piezas son de importación. Por fortuna para estos últimos, la "Hunting Bill", una ley relativa a la caza que se aprobará este año, convertirá la caza de la liebre con galgo en una actividad ilegal.
Fuente: Consumer Eroski
